1.8.07

SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN

PROFESOR GUÍA: SOFÍA LETELIER
DISPONIBLE EN BIBLIOTECA F.A.U. AÑO 2000.
AUTOR: DANIEL ACUÑA D.
(fotografías del autor)

¿Sería posible aventurar que ha existido una predisposición a pensar – y tal vez a diseñar – nuestra arquitectura y ciudad sólo de día?, pues, durante este período ocurren y se favorecen con lo construido la mayoría de los actos que nos ligan directamente con lo colectivo y urbano, existiendo en estas construcciones rasgos indicativos de un diseño arquitectónico sólo como una respuesta diurna. Sin embargo, el usuario de la ciudad en su necesidad de extender los espacios y tiempos de sociabilización con sus pares y con su entorno, ha logrado ampliar cada vez más los momentos significantes, sobre la base de un dominio progresivo de los territorios físicos e intelectuales tanto de día como de noche.


Hablar del día y la noche en la arquitectura es hablar antes que nada del ciclo de la luz natural. “El día cómo presencia de las cosas, que se verifica en la asidua concurrencia del sol a su cita cotidiana y la noche como presencia del universo en su forma de espectáculo de lo inmutable y ausencia de suelo”. (Moreno, A. Luz matérica. Revista CA nº 102. Santiago. 2000). Por otro lado la luz artificial, elemento imprescindible en la conquista de los territorios nocturnos, es un material, “una herramienta, para recrear espacios urbanos. Hablamos entonces de arquitectura de la luz cuando, por medio de esta, se crea una imagen arquitectónica nocturna”. (Sáenz García, L. La luz en cuatro plazas. Revista CA nº 102. Santiago. 2000).

La necesidad de que el arquitecto maneje en sus diseños de manera íntegra el día y la noche, se debe a la responsabilidad que le compete en la creación de la ciudad y de los espacios permanentes y colectivamente significantes y temporalmente continuos, con el fin de prever y controlar los efectos que se desprenden de dichas condiciones.
Creo que, al recorrer una ciudad de día o de noche, un arquitecto debería siempre preguntarse ¿qué habrá más allá de lo que alcanzo a percibir?, y al encontrarse con un espacio significativo para el total ¿cómo cambiará la percepción que tengo de este cuando sea de noche o de día?

Durante el día y la noche el tiempo transcurre perceptualmente distinto y el espacio se pormenoriza, con respecto a la percepción, de modo diferente. La ciudad y la arquitectura no se terminan cuando el sol se oculta, seguimos compartiéndola y conociéndola. El hecho de que no vemos algo por falta de luz o intensidad de ella no significa que no exista.

El contenido general de este seminario fue, entonces, reflexionar y conocer cómo se va dando, dentro del ciclo día noche, el reemplazo de la fuente luminosa sol por otras miles de fuentes artificiales repartidas o localizadas y cómo afecta ello a la percepción que se tiene de los espacios significativos en nuestra ciudad.